A estas alturas ya todos tenemos claro que la dieta mediterránea es mucho más que una forma de alimentarse, ya que incorpora recomendaciones alimentarias, pero también hace alusión a la actividad física, a los factores socioculturales y económicos y al medio ambiente.

Las recomendaciones de esta incluyen la preferencia por los alimentos de temporada, frescos y poco procesados, el descanso adecuado, la moderación de las porciones, y la socialización en las comidas, que se ha demostrado que reduce la obesidad y favorece la salud en la adolescencia.

Si nos paramos a analizar los beneficios demostrados de este estilo de vida, nos encontramos con un decálogo difícilmente igualable:

1. Mejora la esperanza de vida, reduciendo en un 9 % la mortalidad y el riesgo de mortalidad en personas con sobrepeso u obesidad.

2. Disminuye el envejecimiento prematuro de las células.

3. Previene las enfermedades cardiovasculares.

4. Contribuye a rebajar los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre.

5. Tiene un efecto protector contra las enfermedades asociadas a la edad.

6. Disminuye la incidencia de diabetes tipo 2.

7. Mejora el sistema inmunitario.

8. Mejora la salud de los huesos.

9. Favorece el bienestar físico.

10. Ayuda a mantener equilibrada la microbiota intestinal.