26
Enero
2023
Para cuidar nuestros huesos, no todo es el calcio.
Para cuidar nuestros huesos, no todo es el calcio.

Siempre asociamos nuestra salud ósea al calcio, y es verdad que es un mineral esencial para mantener los huesos y los dientes sanos y fuertes. Sin embargo, existen muchas otras alternativas que podemos tomar y que son igual de beneficiosas para nuestros huesos.
Hay mucha gente a la que no le gustan los lácteos (que suelen ser los que mas calcio aportan) o son alérgicos o intolerantes, y como alternativa hay muchos nutrientes y minerales que desempeñan una función igual de importante a la hora de mantener los huesos sanos.
El primero de ellos es el magnesio, es esencial en el metabolismo del calcio y el fósforo ayudando en la cristalización ósea y en la regulación de las hormonas que afectan al crecimiento y remodelación de los mismos. Los alimentos en los que se encuentra son principalmente verduras de hoja verde, frutos secos, semillas, cereales integrales y pescado.
También el manganeso y el zinc ayudan al metabolismo del calcio. El primero se encuentra principalmente en granos integrales, frutos secos, legumbres, verduras de hoja, frutas, especias o en el té. El segundo está en mariscos, frutos secos, semillas, carnes y legumbres.
La vitamina D también es clave a la hora de que el cuerpo absorba correctamente el calcio y evitar la aparición de la temida osteoporosis. Se produce con la exposición a la luz solar, y también puede encontrarse en pescados grasos como el salmón, el atún o las yemas de huevo.
La vitamina C, ayuda a la formación de colágeno, una proteína del tejido óseo. Además, protege los huesos del estrés oxidativo y la inflamación. Podemos encontrarla en frutas y verduras, como las naranjas, limones, limas, fresas, kiwis, pimientos, espinacas y brócoli. La vitamina B12, interviene en la estimulación para la formación del hueso. La encuentras en los moluscos, el huevo, carne magra, queso o pescados grasos.
Finalmente la vitamina K2 asegura que el calcio consumido se dirige a los huesos y no a las arterias, evitando la formación de calcificaciones en los vasos sanguíneos. Está presente en alimentos de origen animal como la carne, los huevos, los productos lácteos o alimentos fermentados como el queso.