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19 Noviembre 2024
Día Internacional de la Mujer Emprendedora

Mª Cristina Iglesias Vega: «Si pudiera hablar con mi ‘yo’ del pasado, me aconsejaría apostar por la idea de negocio que tanto tardé en llevar a cabo»

Un día como hoy hace diez años, el Consejo de las Naciones Unidas reivindicó el emprendimiento femenino como una de las herramientas para romper con los prejuicios sociales. Fruto de ese acuerdo se fijó en el calendario el 19 de noviembre como el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, una efeméride que desde Mutua Montañesa conmemoramos a través del testimonio de nuestras mutualistas.

Para ello entrevistamos a Maria Cristina Iglesias Vega, directora del centro de día ConMimo, en Palencia. Terapeuta ocupacional especializada en Geriatría y Gerontología, Cristina está al frente de un centro de atención a personas de la tercera edad fundado hace ocho años al que, cada día, acude una red de usuarios para recibir atención en calidad de fisioterapia, enfermería o apoyo psicológico.

Fundar una empresa desde cero es un camino emocionante a la par que lleno de incertidumbre. ¿Cómo valoras la decisión de emprender que tomaste hace 8 años?

En los tiempos que corren, dar el paso de emprender y crear tu propio negocio es una decisión que considero bastante arriesgada, sobre todo por la situación económica generalizada del país en el momento en que di el paso. Considero que la Administración no fomenta con suficiente fuerza la creación de nuevos negocios por parte de jóvenes emprendedores. No se dan las suficientes ayudas para llevarlo a cabo. Por el contrario, también creo que embarcarse en un proyecto de semejante magnitud es bastante gratificante, en especial cuando se realiza por vocación y con el paso del tiempo se aprecia que tanto sacrificio permite ayudar a las personas. Este proyecto me garantiza una estabilidad económica y emocional. El hecho de poder tomar mis propias decisiones, desarrollar mi idea, crear un equipo de trabajo basado en la confianza y en el buen hacer, y ver cómo se mantiene con sus principios originales, sin duda es una gran satisfacción.

Siempre hay un motivo para iniciar un proyecto profesional. ¿Cuál fue el tuyo?

Mi principal motivo para emprender en un sector como el de las personas mayores fue mi abuela. En los últimos años de su vida aprendí a cuidarla y a realizar actividades para mantenerla activa y entretenida. Las personas mayores representan un colectivo al que me gusta atender y dar cariño, especialmente durante sus últimos años de vida, que es cuando requieren mantenerse activas y ser felices. Estudié Terapia Ocupacional, una disciplina muy humana, y me especialicé en Geriatría y Gerontología. Comencé a trabajar en una residencia y dado el alto número de residentes que tenía, no era capaz de brindarles un servicio de calidad, por lo que pensé que lo más importante era conseguir precisamente eso, darles una atención individualizada. Para ello creé un centro de día muy familiar, en el que damos la posibilidad a las familias y al usuario de permanecer en sus casas lo máximo posible para seguir propiciando la relación familiar. Nosotros les ofrecemos un lugar donde poder estar mientras que sus familiares trabajan y en el que realizar actividades de estimulación física y cognitiva, mantener su memoria, mejorar las relaciones sociales y encontrar una escucha activa. Con cariño y comprensión.

¿Qué es para ti ser una mujer emprendedora?

Un reto complicado, pero al mismo tiempo muy gratificante. Te debes a un sueño que has montado desde cero y en el que hay que luchar para que siga adelante día tras día, en vista a un futuro mejor. Es un reto, y la mayor dificultad que presenta ser una mujer emprendedora es realizar ciertos sacrificios que en ocasiones no te permiten disfrutar del tiempo de ocio tanto como te gustaría, principalmente la conciliación familiar.

Desde el centro de día ConMimo sois generadores de tranquilidad. Os dedicáis a cuidar de nuestros mayores, brindándoles una atención de calidad y acorde a sus necesidades. ¿Qué servicios ponéis a disposición de los usuarios?

Prestamos servicios de terapia ocupacional, con actividades de uso terapéutico, cuidado, trabajo y juego que ayuden a mejorar la independencia funcional, aumentar el desarrollo y prevenir la incapacidad de los usuarios; fisioterapia, que mediante estimulación física les ayuda a mantener sus capacidades y/o restaurar las mismas; auxiliar de enfermería, con atención directa con el usuario; podología, peluquería, transporte adaptado, con vehículo de transporte propio por parte de la empresa; cáterin; apoyo familiar psicológico e individualizado; ayuda a domicilio, gracias al personal seleccionado acorde a las necesidades del usuario; musicoterapia y programas de convivencias con personas con discapacidad, niños, etc.

Por la naturaleza del sector en el que trabajas, la pandemia debió ser un punto de inflexión para abordar nuevas metodologías de trabajo. ¿Cómo la viviste y de qué manera sentiste el respaldo de Mutua Montañesa?

La pandemia fue una etapa muy difícil y dura para todos, de mucho miedo y desconocimiento a causa de una enfermedad nueva. En los centros de día, esa sensación se multiplicó considerablemente, ya que los mayores afectados eran personas de avanzada edad que presentaban patologías previas. Desde un punto de vista asistencial, cuando por fin se desarrollaron las vacunas se dio la situación de que no llegaron con la suficiente rapidez, por lo que los usuarios no recibieron la atención que necesitaban en ese momento. Muchos acabaron falleciendo alejados de sus familiares, sin que sus allegados pudieran asistir a sus respectivos entierros ni acompañarles en sus últimos días. Fueron momentos muy duros y tengo que decir que aún tenemos muy presentes a todos los usuarios que se quedaron en el camino. A fin de cuentas, pasamos casi más tiempo con ellos que con nuestros propios familiares.

Desde un punto de vista de empresa, estuvimos cerrados los 3 meses obligatorios de confinamiento, lo que supuso cuantiosas pérdidas económicas. En este sentido tengo que mostrar mi gratitud a Mutua Montañesa, porque nos facilitaron la información necesaria para realizar todos los trámites oportunos lo más rápido posible y gracias a ellos percibí una cantidad mensual como regente de un negocio.

En nuestro caso, recurrimos a la tecnología para poder continuar con la estimulación de los usuarios y evitar grandes pérdidas en sus capacidades físicas y cognitivas. Creamos grupos de comunicación a través de las diferentes plataformas para que los usuarios pudieran trasladar mensajes diarios de apoyo —siempre con la ayuda de los familiares, ya que los usuarios o no poseían los conocimientos, o ya habían perdido sus capacidades—, desarrollamos ejercicios para estimular sus habilidades cognitivas y les hacíamos partícipes en la creación de contenido para el centro.

A pesar de todos estos esfuerzos por hacer su confinamiento mucho más llevadero, los resultados que conseguimos no fueron los deseados y dista mucho de los resultados que se pueden lograr con un trato cercano y personal. La vuelta a la vida cotidiana ha sido un proceso muy largo y duro, por la desconfianza y el miedo a las consecuencias de este virus, pero con esfuerzo hemos encontrado la normalidad.

El paso del tiempo aporta perspectiva, ¿volverías a emprender?

Sí, sin duda alguna. No descarto la idea de ampliar mi negocio o incluso la de emprender nuevamente.

¿Qué consejo le darías a cualquier potencial emprendedora?

Si pudiera hablarle a mi yo del pasado, me aconsejaría apostar por la idea de negocio que se me ocurrió en un primer momento y que tardé tanto tiempo en llevar a cabo por miedos e inseguridades. Sobre todo, por el desconocimiento a ir dando cada paso.

Emprender y poner en marcha un negocio es mucho más fácil siempre que estés rodeado de todas aquellas personas importantes para ti y te puedan ayudar de forma constructiva. Si tienes un sueño, hay que ir a por todas y poner toda la carne en el asador, sin miedo a las consecuencias. Si se lucha por ello estoy segura de que se obtendrán grandes resultados.

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