Llegan las fiestas de navidad y en el menú de la gran mayoría de los hogares, seguro que se encuentra el marisco. Este manjar, forma parte intrínseca de estas fiestas desde hace generaciones, y en concreto los langostinos, que son el invitado estrella en todas las mesas.

Los puristas del marisco te dirán que los langostinos son un alimento del que no solo tenemos que aprovechar la cola, sino también tenemos que chupar las cabezas. Pero que sepas que en dicha zona de este animal se encuentran las purinas, que el cuerpo las descompone formando ácido úrico.

Los langostinos, al igual que otros muchos mariscos, son ricos en este compuesto, que debe comerse con cuidado para no afectar a los riñones. Ello es debido a que los altos niveles de ácido úrico en la sangre se asocian con la formación de cálculos renales (piedras en el riñón), que producen los dolorosos cólicos nefríticos en las vías urinarias por obstrucción aguda al cristalizar el ácido úrico. Además, este compuesto también aumenta el riesgo de padecer gota, una enfermedad muy dolorosa y repentina, que presenta una fuerte hinchazón cuando el ácido úrico se cristaliza en algunas articulaciones a través del torrente sanguíneo.

Dicho todo esto, piénsate dos veces chupar las cabezas de los langostinos, porque no solo es problemático el ácido úrico, sino que la cabeza de los langostinos también tiene una alta cantidad de cadmio, que es un tipo de metal pesado sin ninguna función nutricional para nosotros, pero con efectos tóxicos, produciendo una disfunción renal cuando hay una exposición prolongada.

Todo este rollo no quiere decir que no comas langostinos estas fiestas, por supuesto que no. Los langostinos son un alimento saludable y nos aportan proteínas sin apenas grasas, aparte de yodo, fósforo, selenio y calcio, además de vitaminas B12 y B3. Pero hay que restringir la ingesta de las cabezas, en la medida de lo posible.