En las pautas de vida saludable, que son básicamente una alimentación consciente, ejercicio regular y un descanso adecuado, vamos a destacar la importancia de la luz en nuestros ritmos biológicos.

Por ejemplo, la exposición matutina a la luz solar sin excesos puede tener efectos positivos en nuestro bienestar. La luz, especialmente la natural, influye en el ritmo biológico y en la producción de cortisol.

Si ya entramos en el concepto alimentación y horarios, una de las claves de una alimentación equilibrada es no retrasar en exceso la cena, y hacerla de día si es posible. Si cenamos a las diez o las once y nos vamos a dormir enseguida, pueden aparecer problemas digestivos, de inflamación o estreñimiento, aunque no hay que ser dictadores de los horarios y si un día se alarga la cena más allá de las nueve no tiene por qué pasar nada.

Existen mejores momentos para comer, y estos parten de adaptar nuestra dieta al contexto personal. Lo importante es mantener una coherencia en los hábitos diarios.

La vida saludable no depende solo de dietas específicas, sino de una visión integral, como rutina adecuada estaría el dormir de noche, despertarse de día y concentrar las comidas en las horas de luz. Ese es el enfoque más natural y sostenible a largo plazo, pero está claro que, por nuestras obligaciones diarias, no está al alcance de todo el mundo.