Hasta ahora pensábamos, porque siempre se nos ha bombardeado sobre ello, que el desayuno, es la comida más importante del día, pero ahora parece que con los últimos descubrimientos podría no ser tan esencial como siempre se ha creído.

En teoría, el ser humano no está diseñado biológicamente para desayunar y este hábito, por tanto, podría tener consecuencias negativas para la salud a largo plazo.

Los nuevos estudios dicen que, si se analiza la evolución de los humanos, podemos ver que nunca hemos desayunado y que somos la única especie que ha obviado la ley biológica que implica que para ingerir cualquier tipo de energía debemos gastarla.

Advierten por tanto que esta “inconsistencia evolutiva” podría estar relacionada con el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes, problemas cardiovasculares y trastornos neurodegenerativos.

En lugar de recurrir al desayuno como la primera acción del día, el organismo requeriría de estímulos para activarse de manera saludable. Para ello se recomienda incorporar más movimiento físico en las primeras horas del día y mejorar la exposición a la luz solar mediante los primeros rayos del sol de la mañana, ya que tienen un efecto estimulante único en el organismo, diferente al de la luz del mediodía o la tarde.

Para quienes no tienen acceso a la luz solar en las primeras horas del día, pueden optar por las duchas de agua fría, ya que proporcionan al cuerpo una señal química similar a la que se obtiene de los estímulos naturales. Además, fortalecen el sistema inmunológico, reduciendo el riesgo de enfermedades.

Llegados a este punto, la pregunta es si el desayuno es realmente necesario. Pues no hay respuesta correcta, la opción entre desayunar o no depende de factores como el estilo de vida y los objetivos personales: El ayuno intermitente puede ser una opción adecuada para quienes buscan simplificar su rutina alimentaria o perder peso, y el desayuno es ideal para quienes prefieren comenzar el día con una comida que les proporcione estabilidad y energía.