A medida que pasan los años, a las personas les cuesta más mantenerse en su peso, aun manteniendo los mismos niveles de actividad física y estilo de alimentación. Más difícil todavía es adelgazar y deshacerse de la grasa que se localiza en zonas en las que antes no estaba.

Los adultos tenemos, en general, tendencia a subir de peso gradualmente entre los 20 y 65 años, y a partir de esa edad, suele ocurrir un descenso de unos 0,65 kilo por año, debido a la mayor disminución de la masa muscular.

Los cambios en el metabolismo, los cambios hormonales (como la menopausia en mujeres o la disminución de testosterona en hombres), la disminución de la actividad física o las alteraciones del sueño, son factores que influyen en esa ganancia de peso progresiva. Es importante ajustar tanto la ingesta y la actividad física para acomodar estos cambios.

También puede ser útil realizar intervenciones específicas como el entrenamiento de resistencia para aumentar o mantener la masa muscular para sostener un mejor metabolismo.

Y por supuesto es recomendable ajustar la alimentación a medida que pasa el tiempo, especialmente en personas con tendencia natural a ganar peso. La clave nunca está en contar calorías, sino en ajustar la alimentación a las necesidades que cada persona tiene en cada etapa de la vida, y mantenerse físicamente activos.